Pedro Sáez de Tejada Hitos.
En alguna ocasión te has preguntado porqué tomaste esa decisión, o simplemente porque eres de una determinada manera. Aunque indudablemente la cuestión genética es un guión predestinado desde que nacemos, los condicionantes externos y tus experiencias personales, hacen de tí, una persona diferente e irrepetible.
Si estas de acuerdo conmigo en este último punto, te propongo un ejercicio acerca de la persona más importante que conoces y que seguramente te ayude a reflexionar en que quieres convertirte. Intenta recordar aquellos hechos que han marcado tu vida, e intenta reflexionar sobre ellos, yo te muestro mi ejercicio de manera personal y honesta.
Siempre me gusto andar al aire libre, era un niño travieso y callejero, entender el dialogo que me aportaba la naturaleza y entrar en sincronía con el medio, me ha ayudado a meditar conmigo mismo y sobre todo, a respirar.
Dibujar fue una afición temprana, mi padre tenía una mesa de dibujo enorme y me encantaba sentarme en ella, porque aunque no lo parezca, al principio hablar no era mi fuerte. Nunca fuí el mejor dibujante, pero si el más dedicado y limpio en la ejecución, encontraba una relajación plena al centrarme en los pequeños detalles, era la forma idónea para calmar una mente inquieta. Mi Padre y mi profesor de Dibujo técnico, me miraron con mal gesto cuando elegí la carrera de Geología y hay muchos días que siento que les defraudé.
Mis padres, siempre me veían ocioso y se empeñaban en hacerme trabajar la escritura, para no escaparme a la calle, hecho habitual en mi época, hoy habría cogido una tablet, pienso que eso no solo marco mi manera de escribir, sino mi autodisciplina.
La historia, ha sido una compañera más tardía en mi vida, indagar en el pasado, saber de dónde venimos, los intereses que mueven a las personas o imaginar donde vamos, son las preguntas que me ayudan en las decisiones de mi día a día. La historia, no solo te da la oportunidad de aprender como afrontar situaciones o lo hicieron otros antes que tú, sino que nos ayuda a ser más tolerantes y humildes.
Disfrutaba con mi equipo de balonmano, no era el más fuerte, no era el más alto, ni siquiera era el más rápido, pero nunca perdía la fé en nuestras posibilidades y tampoco el buen humor. En el resto de mi vida, he tenido la suerte de trabajar con personas mejores que yo, lo cual no me ha impedido seguirlas o liderarlas, porque siempre he sentido que podía aportar, con esas dos cualidades intangibles.
Con mi padre, practicaba ciclismo de carretera, y aunque me sentía más fuerte que él desde los once años, jamás lo deje solo cuando se quedaba descolgado del grupo, primero porque me quedaba sin el bocadillo de jamón y segundo porque estar con él era lo mejor del día, el sentimiento de acompañarlo cuando sufría en las cuestas, era mayor que mi ansia por destacar.
Mi hermano, siempre demostró tener mayor corazón que el mío, recuerdo cuando de pequeño le explicaba los deberes, odiaba esos momentos, porque no me entendía y aunque me desesperaba y perdía con frecuencia los nervios, él nunca se enfado o me propino un mal gesto. Ahora que peino canas, entiendo que él fué el verdadero maestro en esos momentos.
Cuando tuve mis hijas, pensaba que sería el mejor padre y esposo del mundo. Pero también me equivocaba, ya que esto no siempre ocurre, tengo arranques de ira e impotencia en muchas ocasiones, discuto y saco la peor versión de mi. Me avergüenza pensar el ejemplo que les doy a mi familia y me invade la pena . Pero también hay días buenos y he aprendido a saborearlos con ellas y me emociono y me siento agradecido con la vida.
Con la crisis de los 40 empecé a hacer carreras de ultra-trail y siempre me he muerto de miedo, solo ponerme en la salida me descomponía el estómago, mi familia nunca me ha apoyado en este tema, porque piensan que tengo más que perder que ganar, pero este deporte ha aumento mi autoestima y me ayudo a salir de mi zona de confianza, no solo en el deporte, sino en otros aspectos de mi vida.
Pequeñas anécdotas, al parecer sin transcendencia, me han ido dejado marca a lo largo de los años. A día de hoy sigo intentando acallar mis demonios y reconciliarme conmigo mismo, sin saberlo o a lo mejor sí, aparte de mi trabajo, mi familia o mis hobbies, ahora ayudo como voluntario en un comedor social, donde sirvo comida a personas y ellos alimentan mi alma.
Gracias por estar ahí.
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