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“SI SOY YO, NO ME ELEGIRÍA”

Foto del escritor: El Garaje NaranjaEl Garaje Naranja

“Si soy yo, yo no me elegiría”. Así me sentí al salir de una entrevista en la que resulté elegida.


Te voy a contar cual fue mi experiencia, pero para ello, aunque espero no aburrirte, me gustaría hablarte un poco sobre mí.


Desde pequeñita, mis padres siempre me enseñaron que si quieres algo hay que esforzarse, por difícil que sea. Y que no hay que pensar en excusas - en “no puedo” - sino en “voy a seguir intentándolo y lo voy a conseguir”.


Mi familia viene de un humilde pueblo de la zona de la Axarquía de Málaga donde me hizo partícipe de los trabajos del campo. Durante los veranos, en la época de la recogida y secado de la uva, pasábamos tres semanas en las que - desde niños - si queríamos ir a la piscina, antes debíamos picar un cajón o dos de pasas. Pero, ¿Qué aprendí con esto? DISCIPLINA, ORGANIZACIÓN… Si quiero ir a la piscina, ¿a qué hora empiezo para poder llegar a tiempo? PERSUASIÓN, convencías a tu amigo - que no picaba pasas en su casa - para que te ayudara. PERSPICACIA, en cualquier descuido, pasaba racimos de mi caja de pasas a la de mi hermano…


En esos veranos, me parecía un castigo pero, con los años, te diré que me siento afortunada por haber vivido esta experiencia y recuerdo con cariño los fines de semana cogiendo aceitunas con mi abuelo, el bocadillo de media mañana, los veranos de recogida de la vid...





Ahora, doy un salto en el tiempo y me muevo a la época universitaria.


Durante la carrera, desempeñé varios trabajos. Algunos relacionados con mi titulación y otros para poder sacar la carrera, como tantos estudiantes. Acabé Ingeniería Química y me uní al mundo de la investigación en la Universidad de Málaga. Luego, me fuí al Instituto de Tecnología Química en Valencia, donde estuve trabajando más de 6 años como investigadora. El trabajo me apasionaba, lo dominaba y me sentía valorada, pero no dejaba ser como el novio ideal que, sin embargo, sabes que no se casará contigo. La precariedad de España a la hora de alcanzar una estabilidad en la investigación no es nada nuevo.





Entonces, me surgió la oportunidad de iniciar un proyecto de desarrollo muy interesante, que supondría todo un reto y que, para colmo, era en mi ciudad. Aunque antes tendría que superar una entrevista laboral. El reto en sí no me asustaba, pero me preocupaba no ser el perfil que buscaban (ingeniero eléctrico) y que me vieran como una rata de laboratorio.


Primero fue una entrevista telefónica. Después, la presencial. Siempre tuve claro que no podía dejar pasar la oportunidad, por lo que dediqué varios días a prepararla, a estudiar aquellos puntos donde sabía que mi perfil podía flaquear. Estaba claro que me faltaban conocimientos y habilidades propias de la ingeniería eléctrica, pero sí podía demostrar que tenía herramientas y que no me faltaban ganas para abordar este reto.


Mi entrevista no fue como esperaba. Nunca olvidaré cuando abrí esa puerta y me encontré con cuatro responsables de la empresa. En ese momento, pensé “me he equivocado”. Pero, no. Allí estaba yo, sentada, esperando lo que parecía el juicio final… Lejos de lo que había imaginado, aquella gente era cercana y estaba interesada por mi experiencia. Sin embargo, sentí que no había hecho una buena entrevista. Quizás, lo que quería era contar todas las cosas que había hecho, ser capaz de transmitir el trasfondo de mi formación y mi experiencia como investigadora y exponer todos los nuevos conceptos adquiridos en los últimos días, cuando me empleé a fondo en la preparación de aquella entrevista.

Así que llegué a casa y les dije a mis padres: “la niña” se vuelve a Valencia a hacer lo que sabe hacer, porque si yo fuera ellos, no me elegiría.


Me equivoqué y, la prueba es que aquí estoy, un año y medio después, desempeñando mi nuevo rol. Te diré que he trabajado y sigo trabajando duro; que tengo días malos, pero la mayoría son buenos y que - con esfuerzo, dedicación, generosidad y el excelente grupo de técnicos, expertos y personas que me rodean - estoy segura de que todo llegará a buen puerto. Y que nada sería posible sin un buen capitán y sin el resto de marineros.


Sin alargarme mucho más, me gustaría compartir contigo dos frases que siempre me marcaron:


  • “no permitas que nadie te diga que no puedes o que es tarde para hacerlo”.

  • “ayuda sin mirar a quien”.


Con esto quiero decirte que no te encorsetes en algo que sabes por miedo a arriesgarte. Muévete, que no solo eres tu título sino tus valores y dedicación.


Hoy trabajo en SGS.


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